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Coronavirus, reflexiones esperanzadas

En la aldea global del coronavirus quizás haya un poco más de tiempo para reflexionar sobre la finitud de nuestra vida y los lazos de solidaridad necesarios para la vida en común. Todo ello mientras seguimos recibiendo y enviando videos y humoradas sobre el confinamiento general y miramos de reojo el número de muertos de nuestro país.

Mirar con esperanza el día después de finalizada esta pandemia parece apresurado y hasta prematuro, además requiere su cuota de fe: no sabemos ni cómo ni cuándo sucederá.

Un primer agradecimiento a quienes nos curan y cuidan. Tantos héroes vestidos de blanco que están custodiando y luchando por la vida en miles de hospitales alrededor del mundo. Gracias también a los maestros, los padres valoramos hoy más la tarea de enseñar haciendo los deberes con nuestros hijos.. todo el día y en casa!

Una mirada y un agradecimiento también… a quienes nos gobiernan. Sí, a ellos también cuya vocación debe probarse aún mas en tiempo de crisis. Las crisis son una prueba de fuego para las cualidades y virtudes indispensables en quienes toman las decisiones en la sociedad y en todos los servidores públicos (personal de seguridad, bomberos etc.).

A principios de este año el Papa Francisco recibió al presidente argentino Alberto Fernández en Roma.  Leyeron juntos la oración del Buen Humor de Tomás Moro, patrono de los Políticos y Gobernantes.  El 16 de marzo el primer mandatario argentino se detuvo a rezar ante una imagen del cura Brochero en la Casa Rosada.

Dos gestos importantes frente a la incertidumbre en una situación tan seria y delicada. La sana alegría debe mediar entre lo ilimitado de las tareas y desafíos pendientes y lo limitado de nuestras fuerzas humanas.

Tomás Moro afirmaba que no había situación por más seria y delicada  que no pudiera mirarse con un poco de humor y, a su vez, afirmaba que no existía tema o asunto “superficial” cuya supuesta liviandad resistiera un comentario serio.

Cultivar el sentido del humor cuando en la puerta, además de la pandemia, hacen cola la pobreza, la inflación, la recesión y la necesidad de brindar una mejor educación y salud a  los mas vulnerables ¿Es posible? ¿Es necesario?

La virtud de la alegría y del buen humor es hija de la humidad y nieta de la esperanza. Hoy más que nunca resulta necesario cultivar la confianza y los vínculos sólidos de amistad y solidaridad entre los miembros de toda la comunidad,  comenzando por nuestras familias. El buen humor es un ingrediente oportuno y enriquecedor en esta noble tarea.

El gran sanitarista de América, el Dr. Ramón Carrillo, enfrentó la muerte con la sonrisa de la misión cumplida a pesar de la amargura del exilio y el olvido. Lo suben a una camilla luego de un severo ataque de presión y alcanzó a decir a los enfermeros brasileños “Epa, todavía con los pies para adelante no”.

Los líderes políticos son los primeros convocados a construir sólidos y sanos vínculos humanos, sin mentiras, ni “avivadas”, antes de pensar la estrategia, la gestión y la comunicación. No gastar más de lo que ingresa, erradicar la corrupción con la justicia, promover la educación y la cultura del trabajo son tareas urgentes a reencauzar bajo esta nueva mirada.

Esta crisis inédita es la puerta a una nueva mirada sobre nosotros mismos. Un virus nos ayuda a repensar nuestra vida y a revisar con sinceridad los acuerdos básicos para caminar en sociedad.

Al mal tiempo buena cara. Una necesaria cuota de buen humor quizás reduzca la  energía negativa que invertimos en el odio, la mentira y en apostar a la grieta como estrategia de construcción de poder.

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