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Una piedra, una flor y un voto

¿Cuáles son los motivos que nos impulsan a obrar correctamente?

El liderazgo político requiere un esfuerzo extraordinario para orientarse hacia valores cercanos a la responsabilidad, la coherencia y la austeridad.

¿Cuáles son los motivos que nos impulsan a obrar correctamente? ¿Intentamos obedecer una conciencia formada que nos invita e impulsa hacia el bien? ¿O quizás nos movemos ante la amenaza externa de una posible sanción legal o social, o la búsqueda de una exposición pública que mejore nuestra reputación?

En la tradición judaica una piedra simboliza el recuerdo y el respeto ante muerte.  En toda la antigüedad la costumbre de depositar flores, además de evitar olores ante exequias de varios días, significaba, como en la actualidad, un sentido homenaje a los difuntos. Piedra, permanencia en el recuerdo. Flor, belleza que se admira y desaparece en la espera de algo mejor.

El liderazgo político requiere un esfuerzo extraordinario para equilibrar los egos del ser y del parecer, del decir y del hacer, más allá de las miradas,  fotos o del marketing electoral. Demanda tiempo, aceptación y esfuerzo educar el corazón y la conciencia para orientar una trayectoria vital hacia valores cercanos a la responsabilidad, la coherencia y la austeridad.

Estas virtudes, como hoy se dice en la jerga, pareciera que “no miden ni garpan” mucho. Pero, más temprano que tarde, son un ejemplo perenne y luminoso de servicio y abnegación.

Angela Merkel se jugó cuando rompió con su mentor y padrino político, (nada menos que Helmut Kohl) por hechos de corrupción en 2002. Una trayectoria de integridad y valor la hicieron pasar de ser “la chica de Kohl”  a la “madre de Alemania”. Hoy vive en el mismo y austero departamento desde hace décadas y va al supermercado a meses de completar 4 períodos como Canciller de unas de las primeras potencias mundiales.

Angela Merkel, visita Auschwitz en Diciembre de 2019 (Photo by Beata Zawrzel/NurPhoto via Getty Images)

Robert Kennedy en su discurso de Indianápolis de 1968 ante el muerte de Martin Luther King, nos invita a la concordia y a la confianza en nosotros mismos para construir un futuro en común.  Semanas después sufre su propio magnicidio, había enfrentado a la mafia y encarcelado a uno de sus miembros.

Sin dudas que el honor y los valores nos pueden llevar a “bajar con elegancia los escalones del poder” ya sea en el detalle “menor” de rechazar el mal uso de una caja chica hasta la decisión “mayor” de no participar y denunciar licitaciones millonarias amañadas.

Esto no es “buenismo” sino vocación de servicio público,  mas aún en países donde la corrupción se mide en forma proporcional a las miles de personas que ingresan en la pobreza e indigencia todos los años.

Hoy llevamos una piedra en el corazón por los que ya no están y por los familiares que no pudieron despedir a sus seres queridos en las unidades de terapia intensiva durante la pandemia (obedeciendo quizás a una ley rígida en exceso). Otra piedra de escándalo y dolor son los gobernantes que sin autoridad moral exigen esfuerzos que ellos no están dispuestos a cumplir.

Otra piedra de escándalo y dolor son los gobernantes que sin autoridad moral exigen esfuerzos que ellos no están dispuestos a cumplir.

El voto y la participación política son deberes para preservar la Republica según la vocación de cada uno.

Necesitamos integrar el dolor y la dureza de la piedra con la esperanza de la flor. Sin odios, puesto que la aceptación del otro y el perdón no excluyen ni a la justicia ni el cumplimiento de la ley, por el contrario, se atraen y complementan en la búsqueda de la concordia.

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